viernes, 4 de abril de 2014

LA JUSTICIA DE DIOS, SE EXPRESA POR LA FE


En el ámbito secular, la  justicia obra por el cumplimiento o quebrantamiento de las leyes. De manera que quien menos quebrante es justo ante la ley. En cambio, ante Dios, la justicia o el ser justo obra por la fe en Dios. Es decir, o lo que quiero decir, es que ante  Dios, no se mide la justicia en una persona por las obras que haga. Ante Dios se mide la justicia por la fe. De manera que es justo aquel quien CREE en Jesús, y es injusto, aquel quien no cree en Jesús. Esa es la forma en que se mide la justicia de Dios. Esto nos declara que nadie puede gloriarse de sus obras. Cualquier persona pecadora, o muy pecadora, puede ser constituida como quien obra JUSTICIA, solo creyendo en el hijo de Dios.

Toda persona humana, que hasta ahora ha vivido en pecado, en delincuencia, en odios, en borracheras, en prostitución, en pleitos, en todo aquello que uno sabe que es desagradable a Dios. Hoy puedes convertirte en JUSTO, solo por tu FE. Solo si decides creer en Jesús. Así como aquella mujer prostituta llamada magdalena, de quien nos habla la escritura en  Lucas 7:37:49, en el momento en que ella se acerca a Jesús, recibe el perdón de todos sus pecados. Solamente necesitaba creer. Y se fue limpia.

De esta manera, quien practica la justicia de Dios entre los hombres, es quien CREE en el hijo de Dios. Ese es el que practica la justicia. Quien no cree en el hijo de Dios, no practica la justicia. La escritura afirma esto porque por la FE, es que una persona se vuelve justa delante de Dios. Solo por la fe en el hijo de Dios; tal como nos anuncia el libro de romanos 3:23-24
10
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
11
No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.
12
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno
23
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24
siendo JUSTIFICADOS gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Una vez más lo decimos, practica la justicia quien cree en el hijo de Dios, tal como nos dice el verso 24, siendo hechos justos todos los pecadores, gracias a la redención de Jesús. Por lo cual, la FE en él nos hace justos, tal como nos anuncian los siguientes pasajes, en juan 3:16

16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.


De esta manera, que para practicar la justicia primero tenemos que CREER. No se puede practicar la justicia de Dios sin FE. El justo se vuelve justo por la FE en el hijo de Dios. El pecador se vuelve justo, primero poniendo su FE en el hijo de Dios. De manera que para practicar la justicia de Dios, hay que creer en Dios. Con lo que queremos decir, que la forma en que una persona pecadora es transformada de su forma de comportamiento pecaminoso, es solo por su FE. La FE en Dios, es la que nos convierte en justos, la que nos transforma la vida, la que nos cambia la forma en que estamos viviendo. Dios es quien HACE JUSTOS a los hombres, por lo cual, por fe somos salvos, no por obras.

8
Porque por gracia sois salvos por medio de la FE; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9
no por obras, para que nadie se gloríe.

De manera, que el pueblo de Dios se vuelve justo buscando a Dios, poniendo por obra su FE. Porque no hay justo por su propia fuerza. Por lo tanto, toda la gloria y la honra, sea para nuestro Señor Jesucristo. Toda la gloria es para Jesús; por el hecho de ver a un pueblo cristiano hoy transformado de su mala manera de vivir en la cual antes vivían, la gloria es para el Señor Jesús. Porque por la fe en él, hemos cambiado.

Esto debe entender mucho pueblo de Dios, que a veces entiende mal. Considerándonos más justos que otros. Lo cual es un error. Porque no hay justos en su propia fuerza. Dios es el que vuelve justos a los hombres, según romanos 3:23-24. Por lo cual, cuando en la iglesia se exhorta al cambio, es presuponiendo que el pueblo entiende que debe poner su FE en Dios. Esa es la forma en que los hombres somos declarados y transformados en justos, como aquellos que practican la justicia.

Por lo cual, toda la gloria es para Dios. Dichosos los hombres que ponen su confianza en Dios. Porque Dios hace maravillas.


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